Doomsday Clock: Una metáfora científica para un mundo en tensión.
- German Chaparro
- 3 may
- 2 Min. de lectura
Desde 1947, un grupo de científicos nucleares, muchos de ellos excolaboradores del Proyecto Manhattan, ha ajustado anualmente las manecillas de un reloj simbólico. No mide el tiempo real, sino la proximidad de la humanidad a su propia autodestrucción. Ese reloj se llama el Doomsday Clock: el Reloj del Juicio Final.
Creado por el Boletín de Científicos Atómicos, su propósito no es predecir el futuro, sino advertir sobre riesgos catastróficos globales —originalmente nucleares, hoy también climáticos, tecnológicos y geopolíticos—. En enero de 2024, las manecillas se ubicaron a 90 segundos de la medianoche, la distancia más corta registrada desde su creación.
¿Qué significa la medianoche?
La medianoche representa un punto de no retorno: guerra nuclear, colapso ecológico, pérdida de control sobre la inteligencia artificial o una combinación de eventos sistémicos que pondrían en peligro la civilización humana.
Este reloj no se rige por estadísticas, sino por juicios científicos multidisciplinarios. Es una metáfora viva, diseñada para comunicar a gobiernos y ciudadanos la urgencia de actuar.
Factores que acercan las manecillas:
1. Conflictos geopolíticos con potencial nuclear, como la guerra en Ucrania y tensiones en Asia-Pacífico.
2. Cambio climático acelerado, con eventos extremos que ya afectan cadenas de suministro, seguridad alimentaria y migraciones.
3. Desinformación y fragmentación social, que erosionan la cooperación global.
4. Avances en IA y biotecnología sin regulación, con riesgos emergentes de alto impacto.
5. Fallas en gobernanza internacional, que limitan la respuesta coordinada frente a amenazas sistémicas.
76 Años midiendo nuestra cercanía al abismo

La imagen que acompaña este texto condensa más de siete décadas de tensiones, avances y retrocesos. Cada movimiento de las manecillas ha respondido a decisiones humanas, no a fuerzas inevitables. Y hoy, en 2023, el reloj marca 90 segundos para la medianoche: el punto más cercano al desastre desde su creación.
La imagen no es un epitafio. Es un llamado. No hay catástrofe inevitable, pero sí riesgos crecientes. El Doomsday Clock no mide fatalismo, mide omisión. Y mientras las manecillas sigan en movimiento, también lo está nuestra oportunidad de cambiar el rumbo.
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